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domingo, 19 de septiembre de 2010

El teatro independiente está presente


Está la calle Corrientes repleta de teatros con propuestas variadas para todas las edades y gustos. Revista, drama, amor, comedia. Todo parece reunirse ahí, en aquella avenida que ilustra una parte importante de la historia de Buenos Aires.
Sin embargo también existe otro teatro, uno que es independiente, si es que todavía se lo puede llamar así. Uno que no se deja llevar por la taquilla y que conserva un espíritu que recuerda la verdadera esencia de la actuación arriba de un escenario.
Helena Nesis
En 1930 se fundó el Teatro del Pueblo, así empezó a llamarse al movimiento que quiso desprenderse del teatro comercial en nuestro país y, aunque en la actualidad parezca desaparecido, existe e intenta hacerse oír.


Por ejemplo, en la Escuelita de Teatro. Es sencilla, pintoresca y no necesita de muchas cosas materiales para lograr espectáculos talentosos. En el barrio Congreso, sobre la calle Sarandí 766, se encuentra el espacio educativo que acompañado con una salita de teatro, llamada El Espión, está dispuesta a albergar cada fin de semana a todos aquellos curiosos que quieran disfrutar de obras teatrales dirigidas por la escuela.

No tienen otro mecanismo de difusión que el boca a boca y como buena representante del teatro independiente, su directora Helena Nesis, junto a estudiantes y docentes, trabajan en equipo para que la institución continúe funcionando.





La escuela se diferencia del resto porque su objetivo no es ni comercial ni mediático, aspira a que los alumnos se conviertan en actores con valores para ser mejores seres humanos, desde los más chicos hasta los más grandes. “Es un sistema raro en el que, por ejemplo, hay gente que no puede pagar la cuota entonces trabaja en la boletería del teatro, o si se rompe algo del vestuario, alguna mamá que cose se lo lleva a casa y después lo trae”, así es como Helena permite imaginar que más que una escuela de teatro, es una gran familia.

La escuela y El Espión dependen tanto de los alumnos que asisten a las cursadas, como del escaso público que va a ver esos espectáculos. El boca a boca no logra convocatorias masivas, y aunque Helena preferiría que fueran muchos más espectadores en las butacas, cuenta: “No tengo guita para producción, lo voy haciendo yo y es muy difícil, pero es lindo. Mientras vengan algunos ya está, misión cumplida”.

Cada alumno se maravilla cuando ve algún espectador que no es un familiar o amigo, sino, un extraño que se enteró de la obra y pagó una entrada para verla.


¿CÓMO LLEGÁS A LA ESCUELA?




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